lunes, 5 de octubre de 2015

APRENDER A DECIR ESTO NO ES YO

APRENDER A DECIR ESTO NO ES YO
Por: Maurice Nicoll

Cuanto más se identifica uno consigo mismo, tanto menos se observa uno a si mismo, y cuanto menos se observa uno a si mismo, tanto menos se aplica la enseñanza del trabajo a uno mismo.

La mayoría de ustedes piensa que todo lo que tiene lugar en ustedes es Yo.

¿Cómo se puede retirar el sentimiento de Yo de aquello que uno toma como Yo?

¿Cómo se puede decir alguna vez: "Esto no es Yo", cuando en todo momento uno está convencido de que lo es?

El sentimiento de yo no puede observar el sentimiento de yo.

Quiero decir que usted no puede observar un "yo" y distinguirlo de usted mismo, mientras tenga el sentimiento de que ese "yo" es usted mismo difícil de observarse, pero esto no lo libera de la necesidad de observarse a si mismo.

Por que tantas personas suelen decir, por ejemplo: "Soy muy irritable."

Si usted dice "yo soy muy irritable", pone el sentimiento de yo en "yoes" irritables, y, por lo tanto, no se puede separar de ellos.

Ahora bien, han oído decir muchas veces que no se puede comprender este trabajo a menos de aplicar el conocimiento que se tiene de el al propio ser y de esta manera ver la verdad de lo que es.

Ante todo es preciso aprender el conocimiento del trabajo, lo cual significa que se debe estudiar lo que dice, y luego aplicarlo a nuestro conocimiento del propio ser.

Este es el punto de partida de vivir el trabajo.

Si lo hace, tendrá una probabilidad de empezar a comprender el trabajo.

Pero si no logra conocer el trabajo ni lo aplica a su propio ser mediante la observación de si, nunca lo comprenderá en el significado-trabajo de esa difícil palabra.

Comprensión.

Cuando usted está identificado con cada pensamiento y opinión, y sentimiento y estado de ánimo, y pasión, no puede, desde luego, observarse a si mismo porque contempla todas esas cosas como si fueran "yo mismo".

Las personas que toman como "Yo" todo lo que ocurre en ellas, no pueden observar de una manera correcta.

Como lo señalé, dicen: "Yo me siento irritable", "yo estoy enamorado", pero en realidad deberían decir:

"¿Qué 'yo' esta enamorado?" (no cabe duda que es su "Yo" romántico) o nuevamente: "¿Qué "yo" es irritable?"

Como he dicho antes, mientras siga estando en la mente sensual y por lo tanto en el pensar sensual, no puede creer que tiene muchos "yo" porque solo tiene un cuerpo que puede ver, sentir, y amar.

El método del trabajo finca en retirar el sentimiento de yo de los "yoes" que por el momento están usando su teléfono y gritando irritados a todo el mundo.

Supongamos que acabe de regresar de una comida en la agradable casa de la Sra. X.

Antes de ir allá estuvo enzarzado en una rencilla doméstica y profería por su teléfono las declaraciones más espantosas.

Al llegar a la casa de la Sra. X inviste sus "Yo" sociales.

Fue extremadamente divertido.

Luego regresó a su casa y siguió peleándose.

Si usted me va a decir que este es uno y el mismo "yo" que obra en usted, no lo creeré.

Como es sabido, mediante la acción de los topes que están en nosotros, los "yo" están separados unos de otros de modo que no vemos las contradicciones interiores que tienen lugar.

Alguien que conoce a la Sra. X llega y empieza a hablar de ella.

Los "yo" que gustan de la maledicencia tienen mucho que decir aquí; de éste modo una persona está en diferentes "yo".

Ahora bien, todo eso tiene lugar con mucha suavidad y dicha persona no ve las contradicciones, y sin embargo "yo" muy diferentes han usado su teléfono —esto es, su boca —.

Tan solo viendo esas contradicciones empieza a debilitar los topes.

Algunas personas tienen en ellas contradicciones tan fuertes, en las cuales no reparan, que no tienen esperanza alguna de acercarse a la unidad de ser, y, al no observar esas contradicciones, permanecen sin poder alguno de observación de si.

Es decir, no puede experimentar modificación alguna porque toman todo como yo.

No extraen el sentimiento de yo poco a poco de esas cosas tal como lo subraya urgentemente el trabajo, por ejemplo, de las emociones negativas.

Ignoran a tal punto lo que el trabajo les enseña a observar, y sienten tal temor a mirar dentro de si, posiblemente debido a sus primeros temores religiosos que mantienen cautiva a su comprensión y así impiden su desarrollo.

No saben cosa alguna acerca de la separación interior.

En el pleno recuerdo de si el sentimiento de "yo" es sacado de la maquinaria de los "yo".

Cuando se está en ese estado se puede ver el obrar de la maquinaria de los "yo" que marcha debajo de uno como una imprenta.

Se asombra uno de haberla tomado por uno mismo.

Luego uno se identifica —y de nuevo se vuelve a ser lo que se era.

La última cosa que recordaré brevemente es que si usted se llama John Smith tiene que observar a John Smith y ser cada vez menos John Smith.

Al presente John Smith es su mayor enemigo aun cuando esté cubierto de condecoraciones y rodeado del aplauso del mundo.

Maurice Nicoll





miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL HOMBRE NO ES UNO SINO MUCHOS

EL HOMBRE NO ES UNO SINO MUCHOS

Ante todo, el hombre debe saber que él no es uno; él es muchos.

No tiene un Yo permanente e inmutable.

Él es siempre diferente.

En un momento es uno, en el siguiente momento es otro, en el tercer momento es un tercero, y así sucesivamente, casi sin término.

¿Cómo se crea la ilusión de unicidad?

La ilusión de unidad o unicidad se crea en el hombre, ante todo, por la sensación de un cuerpo físico, luego por su nombre, que en casos normales siempre sigue siendo el mismo, y tercero, por cierto número de hábitos mecánicos que le son implantados por la educación o los adquiere por imitación.

Al tener siempre las mismas sensaciones físicas, al oír siempre el mismo nombre, y al notar en sí mismo los mismos hábitos e inclinaciones que tenía antes, se cree ser siempre el mismo.

En realidad no hay unidad en el hombre y no hay un centro de control, ni un Yo permanente.

Este es el esquema general del hombre:

Cada pensamiento, cada sentimiento, cada sensación, cada deseo, cada gusto y cada aversión es un "yo". Estos "yoes" no están conectados entre sí, ni coordinados en forma alguna.

Cada uno depende de los cambios de las circunstancias exteriores, y de los cambios de las impresiones.

Algunos siguen mecánicamente a otro, y algunos aparecen siempre acompañados de otros.

Pero en esto no hay ni orden ni sistema.

Hay ciertos grupos de "yoes" que están ligados naturalmente.

Hablaremos de estos grupos posteriormente.

Por ahora debemos tratar de comprender que hay grupos de "yoes" ligados tan solo por asociaciones accidentales, recuerdos accidentales, o semejanzas totalmente imaginarias.

En todo momento, cada uno de estos "yoes" sólo representa a una muy pequeña parte de nuestro "cerebro", "mente", o "inteligencia"; pero cada uno de ellos pretende representar a la totalidad.

Cuando el hombre dice "yo", cree que está expresando la totalidad de sí mismo, pero en realidad, aun cuando lo pretenda, es sólo un pensamiento pasajero, un deseo pasajero.

Una hora después lo puede haber olvidado completamente, y expresar con la misma convicción una opinión, un punto de vista, o un interés opuesto.

Lo peor de todo es que el hombre no lo recuerda.

En la mayoría de los casos cree en el último yo que se expresó, mientras éste dure: esto es, hasta que otro "yo", a veces totalmente desconectado del precedente, no exprese su opinión o deseo en un tono más fuerte que el primero.

Ouspensky


INDIVIDUALIDAD

INDIVIDUALIDAD

CUALIDADES – INDIVIDUALIDAD, LA CONCIENCIA, LA VOLUNTAD.

Otras cualidades de este género son la «individualidad», en el sentido de una unidad interior, el «Yo permanente e inmutable», la «conciencia» y la «voluntad».

Todas estas cualidades pueden pertenecer al hombre —El trabajo pone el acento sobre la palabra "pueden"— pero por cierto que esto no significa que le pertenecen ya efectivamente o que pueden pertenecer a cualquiera.

"Para comprender qué es el hombre hoy en día, es decir al nivel actual de su desarrollo, es indispensable poder representarse hasta un cierto punto lo que puede ser, es decir lo que puede alcanzar.

Porque es sólo en la medida en que un hombre llega a comprender la secuencia correcta de su posible desarrollo como puede dejar de atribuirse lo que todavía no posee, y que no podrá alcanzar, quizás, sino tras grandes esfuerzos y grandes labores.

Ouspensky


LA AUSENCIA DE UNIDAD EN EL HOMBRE

LA AUSENCIA DE UNIDAD EN EL HOMBRE

¿Cuál es el punto fundamental de la enseñanza?

El primero, sobre el cual  se insistía más, era la ausencia de unidad en el hombre.

—El peor error es el de creer en la unidad permanente del hombre.

Pero el hombre nunca es uno; cambia continuamente.

Raras veces permanece el mismo hombre, aun por media hora.

Pensamos que un hombre llamado Iván es siempre Iván.

De ningún modo.

Ahora es Iván, un minuto más tarde es Pedro y más tarde aún, Nicolás, Sergio, Mateo o Simón.

Pero todos ustedes piensan que él es Iván.

Ustedes saben que Iván no puede cometer ciertos actos.

Por ejemplo, no puede mentir.

Luego ustedes descubren que Iván ha mentido, y se sorprenden completamente de que él, Iván, haya podido cometer un acto parecido.

Es verdad, Iván no puede mentir —es Nicolás el que ha mentido.

Y en cada ocasión Nicolás volverá a mentir, porque Nicolás no puede dejar de mentir.

Se sorprenderán al darse cuenta de la multitud de estos Ivanes y de estos Nicolases que viven en un solo hombre.

Si ustedes aprenden a observarlos, ya no necesitarán ir al cine.

Esos Ivanes, Pedros y Nicolases son todos diferentes: todos ellos se llaman a sí mismos «Yo».

Se consideran todos como el Amo y ninguno de ellos quiere reconocer a otro.

Cada uno de ellos es Califa por una hora, hace todo lo que quiere sin tener en cuenta a nadie; más tarde los otros tendrán que pagar.

No reina ningún orden entre ellos.

El que toma el mando es el amo.

Distribuye latigazos por todos lados y no tiene consideración de nada.

Pero un momento después, cuando otro toma el látigo, le toca a él ser fustigado.

Y así andan las cosas toda la vida.

Imagínense un país en el que cada uno pueda ser rey por cinco minutos y durante esos cinco minutos hacer de todo el reino exactamente lo que le venga en gana.

He aquí nuestra vida."

Ouspensky